lunes, 22 de marzo de 2010

The Dirt ( segunda parte )



En el anterior escrito traté sobre sexo, drogas y rock´n´roll, que son el núcleo central del libro y, como no podía ser menos, en esta segunda parte el tema incidirá de nuevo en la clásica triada.

Uno de mis pasajes favoritos es el que relata el tour de los Crüe con Ozzy Osbourne. Sencillamente, historias como la que a continuación voy a transcribir, son las que otorgan sentido a las tópicas frases acerca del exceso y la locura en el mundo del Rock.

"PENSÁBAMOS QUE ÉRAMOS LAS CRIATURAS MÁS MALAS EN LA GRAN TIERRA DE DIOS. Nadie podía hacerlo tan difícil como nosotros, ni tanto como nosotros, y salirse con la suya como nosotros. No había competencia. Cuanto más jodidos estábamos, más grandes pensaba la gente que éramos y más nos suplicaban que debíamos jodernos. Las radios nos traían groupies; los mánagers nos daban drogas. Cada persona que conocíamos se encargaba de que estuvieramos constantemente jodidos. No nos importaba una mierda sacar nuestras pollas y orinar sobre la mesa de la sala de radio durante una entrevista, o follarnos a la locutora en directo si estaba medianamente decente. Creíamos que habíamos elevado el comportamiento animal a una forma de arte. Pero entonces conocimos a Ozzy.

No nos pareció muy excitante cuando Elektra Records nos dijo que nos habían conseguido ser teloneros del tour Bark at the Moon de Ozzy Osbourne. Habíamos tocado unas pocas fechas con Kiss después de Too Fast for Love, y no sólo eran increíblemente aburridos, sino que Gene Simmons nos había echado del tour por mal comportamiento. (Imaginad mi sorpresa 17 años después cuando cuando el as-hombre-de-negocios Gene Simmons me llamó cuando escribía este capítulo, preguntándome no sólo por los derechos del film The Dirt sino por la exclusiva de los derechos cinematográficos de toda la historia de Mötley Crüe hasta la eternidad).
Empezamos a prepararnos para el tour con Ozzy en el Long View Farm en Massachussets, donde los Rolling Stones habían ensayado. Vivíamos en desvanes y les rogué que me dejaran estar en el que Keith Richards había dormido, el cual estaba en el granero. Nuestros conductores de la limousina nos traían tantas drogas y sedantes de la ciudad, que prácticamente no podíamos mantener nuestros ojos abiertos durante los ensayos. Tommy y yo pusimos un cubo en medio de nosotros, y así teníamos algo donde dejarnos caer. Una tarde, nuestro manager y la compañía discográfica vinieron a ver nuestro progreso, o retraso, y a mí me pillaron doblado.

Mick, nuestro implacable supervisor y controlador de calidad, se alzó hasta el microfono y anunció a la sorprendida masa de hombres de negocios y dispensadores de cheques, cuotas y avances: "Quizá podríamos tocar esa canción para vosotros, si Nikki no se hubiera pasado metiéndose toda la noche heroína". Me cabreé tanto que tiré mi bajo al suelo, caminé hacia el micrófono, y partí el pié de micro en dos. Mick, por entonces, ya estaba en la puerta, pero lo perseguí colina abajo, los dos calzados con plataformas, como dos putones en una pelea callejera.
El tour comenzó en Portland, Maine, y cuando estábamos entrando en el estadio, nos topamos con Ozzy haciendo su prueba de sonido. Llevaba una pesada chaqueta hecha de piel de zorro y estaba adornado con kilos de oro en joyas. Permanecía en el escenario con Jake E. Lee a la guitarra, Rudy Sarzo al bajo, y Carmine Appice a la batería. Este no iba a ser otro tour con Kiss. Ozzy era una temblorosa, tirante masa de nervios y estaba loco, incomprensiblemente enérgico, y nos contó que cuando estaba en Black Sabbath tomó ácido cada día durante un año, sólo para ver qué pasaba. No había nada que Ozzy no hubiera hecho y, como resultado, no había nada que Ozzy pudiera recordar haber hecho.
Fuimos a muerte con él desde el primer día. Él nos tomó bajo su ala y nos hizo sentirnos confortables tocando para veinte mil personas cada noche, y nuestro ego creció como ningún otro que hubieramos tenido con anterioridad. Después del primer show, tuve un sentimiento parecido al que ya sentí cuando llenamos nuestra primera noche tocando en el Whisky. Sólo que esto era más grande, mucho mejor, y mucho más cercano a la victoria definitiva, fuera lo que fuera y estuviera donde estuviera eso. El pequeño sueño que habíamos tenido todos juntos cuando vivíamos en la Mötley House estaba a un paso de ser una realidad. Nuestros días matando cucarachas y buscando comida habían pasado. Si la actuación en el US Festival fue un pequeño indicio de lo que podíamos llegar a ser, el tour con Ozzy fue el momento que puso a toda la banda al rojo vivo. Sin esto, hubieramos sido probablemente como otras bandas de L.A. estilo London, estrellas incipientes que nunca acaban de despegar.



Ozzy no pasó casi ninguna noche en su bus: estaba siempre en el nuestro. Aparecía por la puerta con una bolsa de coca, cantando "Soy el hombre del polvo, trayendo todo el polvo que puedo, que puedo", y nosotros esnifábamos el polvo durante toda la noche, hasta que el bus se paraba en la próxima ciudad en que tocábamos.


En una ocasión, esa ciudad resultó ser Lakeland, Florida. Salimos del bus bajo el calor de la mañana, y nos fuimos directos al bar, el cual estaba separado de la piscina por una ventana de cristal. Ozzy se quitó los pantalones y metió un billete de un dolar en el agujero de su culo, entonces entró en el bar, y ofreció el billete a cada pareja de su interior. Cuando una mujer mayor comenzó a maldecirlo, Ozzy cogió su bolso y comenzó a correr. Volvió a la piscina sin vestimentas excepto con un minúsculo vestidito que había encontrado en el bolso de la anciana. Nos descojonábamos, sin estar muy seguros si sus travesuras eran fruto de un perverso sentido del humor o de un severo caso de esquizofrenia. De cada vez más, tiendo a pensar lo último.

Allí estábamos todos, con camisetas y pantalones de cuero, Ozzy con su vestido, cuando de repente me dió un codazo. "Hey, colega, tengo un antojo".

"Colega", dije, "nos hemos quedado sin coca. Quizá puedo enviar al conductor del bus a por más".

"Dame el cilindro", dijo, sin inmutarse.

"Pero, colega, no hay polvo".

"Dame el cilindro. Tengo un antojo".

Le pasé el cilindro, y se fue hacia una grieta en la acera, agachándose sobre ella. Vi una larga columna de hormigas, marchando hacia una pequeña trinchera de arena construida justo donde el pavimento se topa con la porquería. Y mienrtas pensaba, "No, no lo hará", lo hizo. Puso el cilindro en su nariz y, con su desnudo blanco culo saliendo de debajo del vestido como una tajada de melón, tragó la columna entera de hormigas usando su nariz con una sóla y monstruosa aspiración.

Se levantó, echó hacia atrás su cabeza, y terminó con una poderosa esnifada derecha que probablemente envió a una o dos hormigas descarriadas hacia el fondo de su garganta. Entonces se levantó el vestido, se sacó la polla y comenzó a mear en el pavimento. Sin ni siquiera mirar a la creciente audiencia (todo el mundo del tour lo estaba mirando, mientras la vieja señora y las familias en la piscina pretendían simular que no), se agachó, y metiendo el empapando vestido en el charco, lo lamió. No sólo lo rozó con su lengua, sino que dio una docena de largos, persistentes y sonoros lametones, como un gato. Entonces se levantó, ojos llameantes y boca húmeda de orina, me miró y dijo "!Haz lo mismo, Sixx¡".

Tragué saliva y comencé a sudar. Pero este era un reto que no podía rechazar. Después de todo, el había hecho mucho por Mötley Crüe. Y, si queríamos mantener nuestra reputación como la banda más cretina del rock, no podía echarme atrás, no con todo el mundo mirando. Me desabroché los pantalones, saqué mi polla delante de todo el mundo en el bar y en la piscina. "Me importa una mierda", pensé para darme coraje mientras creaba mi charco. "Chuparé mi meado, que más da, viene de mi cuerpo de todas formas."

Pero cuando me agaché para terminar lo que había comenzado, Ozzy apareció y me apartó. Allí estaba él, a cuatro patas delante mio, lamiendo mi meado. Levanté mis manos: "Tú ganas", dije. Y lo hizo: a partir de ese momento siempre sabríamos que, estuvieramos donde estuvieramos, fuera lo que fuera lo que hicieramos, habría siempre alguien más enfermo y desagradable que todos nosotros.

The Dirt ( primera parte )

Estoy hablando de los demenciales, brutales, superficiales, viciosos, animales, pero siempre adorables, Mötley Crüe. Dado que muchos de nosotros ya conocemos toda la historia y discografía de estos entrañables forajidos he planteado este artículo como un breve resumen de algunas de sus anécdotas más psicóticas de su muy recomendable autobiografía “The Dirt. Confessions of the world’s most notorious rock band”.



Quizá alguno de vosotros todavía no ha podido leer semejante obra, por lo que no os recomiendo que lo hagáis con este artículo si queréis disfrutar a fondo del almanaque, pero si vuestro problema con el libro en cuestión era el inglés como barrera idiomática, si tan sólo es que no os había interesado, e incluso si ni siquiera sabéis quién coño son Mötley Crüe, estoy seguro de que pasaréis un buen rato con estas líneas.





29 de Mayo de 1983, US Festival.


300.000 almas apretujadas y sudorosas esperan para ver a sus ídolos: Ozzy Osbourne, Judas Priest, Scorpions, Van Halen y Mötley Crüe. Casi nada.


Vince Neil, cantante de la banda, observa la escena llegando en helicóptero al lugar, con una botella de Jack Daniels en su mano izquierda, una bolsa con pastillas en la derecha y una rubia chupándole los genitales. Se siente el rey del mundo.



Allí se encuentra también Tom Zutaut, el hombre que les había conseguido el contrato con Elektra Records, acompañado por su novia, una sorprendente “hot chick” en palabras de Neil, de acuerdo con los gustos en cuestión de féminas del Sr. Zutaut, pero no es el momento de andar con líos de faldas pues al cabo de pocos minutos deben actuar ante la masa expectante.



Tras terminar su actuación, el rubio cantante observa que la novia de Tom Zutaut únicamente lleva, debido al calor que reina en la atmósfera, un bikini de piel de leopardo y se encuentra sola deambulando por detrás del escenario. Sin preámbulos, se dirige hacia ella y agarrándola le introduce la lengua hasta la garganta, por lo que la dama responde apretando su cuerpo contra el del melenudo cock-rocker y mordiendo su labio. Acto seguido la lleva a su trailer y hunde la cara en sus pechos. Pero alguien interrumpe la romántica escena. Vince se detiene ante el sonido de nudillos golpeando la puerta del camerino. Es Tom Zutaut, quien pregunta si puede entrar, pues quiere felicitar a su amigo por el magnífico concierto que ha ofrecido minutos antes, a lo que este responde que le deje unos minutos de descanso que enseguida estará con él, momento que aprovecha para dar buena cuenta de su femenina acompañante.




No es necesario decir que cuando el resto de componentes de la banda se enteraron del suceso, pusieron el grito en el cielo ante las repercusiones que éste podría haber tenido.





Pero la historia no acaba aquí. Lo realmente grande del libro es que trata de reflejar todos los posibles puntos de vista sobre unos hechos en cuestión, de manera que el lector pueda ilustrarse sobre lo que realmente significa una banda como Mötley Crüe. Por tanto, y como no podía ser de otra manera, el capítulo que sigue inmediatamente a lo relatado es una entrevista con Tom Zutaut.



Cuéntanos sobre el US FESTIVAL”.


“Tom.- Sólo recuerdo estar conduciendo sin rumbo fijo y como un tipo de Apple pagaba un montón de pasta a los chicos por tocar delante de toda esa gente”.



¿Recuerdas algo especialmente notable ese día?



“Tom.- Bien, fue especialmente extraño verles tocar durante el mediodía”.




¿Fuiste al festival con alguien?



“Tom.- Fui con Doc Mc Ghee (manager de la banda) y con Doug Thaler (ayudante).”



“¿Alguien más?”



“Sí, mi novia vino conmigo”.



“¿Ocurrió algo extraño con ella aquel día?



“Tom.- No, nada que yo recuerde.”



Porque Vince dice que se acostó con ella”.


“Tom.- ¿¡¡Se acostó con mi novia?!!


Eso es lo que me ha dicho”.


“No, no podía ser ella”.


El dijo que ella llevaba un bikini de piel de leopardo”.


“Ok, entonces era una chica diferente. Mi novia de verdad no podría haber llevado un bikini de piel de leopardo. Era probablemente alguna guarra con la que había quedado aquel día. Nikki (Sixx, bajista de la banda) debe haber estado preocupado todos estos años por esto, pero nunca me ha dicho nada.



Fue Vince, no Nikki”.



“¿Fue Vince?, bien, Vince siempre fue un pozo sin fondo con las chicas. Podía hacérselo con diez antes del concierto, y con diez más después. Tú lo mirabas y decías, “Tío, ¿cómo lo consigue?”. Nunca paraba. Solía sorprenderme por que él tenía una novia estable. Cuando ella estaba presente era como si estuvieran casados, pero en el momento en que ella giraba su cabeza, él ya estaba follándose a alguien. No me sorprende. Creo recordar que, por aquel entonces, había una chica con la que solía tener algunas citas para pasar un buen rato, y podría ser ella. Su nombre era Amanda no sé qué, de San Diego. Eso fue antes de que conociera a la novia en la que estaba pensando inicialmente. Ahora que me acuerdo mejor, ella llevaba un cutre bikini de piel de leopardo o algo por el estilo.



“¿Estabas disgustado?”.



“Si alguna chica era importante para mi, no la hubiera llevado a un show de rock como ese. Definitivamente, no dejaría a nadie en un trailer con un miembro de Mötley Crüe.


Hubo otra época en la que yo tenía otra novia a la que Nikki se follaba. Era una tía fiestera, y solía estar conmigo detrás del escenario. Y Nikki delante de mí se la hizo. Ella tenía el periodo. Fue asqueroso. Ella ni siquiera intentó pararlo. Hacía tan sólo un par de semanas que la conocía y era nuestra segunda o tercera cita. No se convirtió en nada serio después de eso. Pero no culpé a Nikki. En parte porque las chicas me utilizaban para conseguir llegar detrás del escenario. Por lo que me imagino que era una buena forma de descubrir de qué estaba hecha la gente. Tendría unos 21 años o así. No estaba preparado para casarme o tener una relación seria. Por lo menos Nikki no trató de ocultarme nada. Creo que dijo, “Esta chati está realmente bien, ¿te importa si me la tiro?” y yo dije, “No, no me importa, no es nada serio.”


Pero del tema de Vince no sabía realmente nada.”




Lo siento por habértelo descubierto.”



“Sí, estoy seguro de que lo de Vince fue con la chica de San Diego. Y, ya sabes, nuestra relación se rompió poco tiempo después. Empezó a comportarse de una manera realmente extraña después del festival, ahora que lo pienso, como si algo hubiera ocurrido. Recuerdo después de haberla dejado no volver a verla nunca más. Y fue por lo de Vince, seguramente. Para empezar, probablemente pensó “Oh, voy a ser la nueva novia de Vince y olvidaré a este relaciones públicas”. Pero entonces probablemente se dio cuenta de que era una de las cinco chicas que él se hizo en esos quince minutos…”.




Como veis, todo puede ocurrir en el particular mundo de estos chicos. La siguiente anécdota es una de mis favoritas y pone de relieve el desquiciado ambiente en que estuvieron viviendo durante años. Pero mejor que sea el propio Nikki Sixx el que nos hable de ello.



“Fue el principio del fin de la diversión tal y como la habíamos concebido: cocaína sin límites.


(…) Durante la grabación de “Shout at the Devil”, teníamos onzas de ella. Tocábamos durante tres días seguidos música y sin ni siquiera pensar que estábamos trabajando duro. Vince había pegado páginas de revistas porno por todas las paredes, y las chicas iban y venían por el estudio, siendo folladas con micros en la habitación de control, con botellas en la cocina, y con escobas en los armarios porque nos estábamos quedando sin ideas sobre qué hacer con ellas.



Ray Manzarek, teclista de los Doors, trabajaba en el estudio de al lado y pasaba casi cada día, gorreaba nuestras sustancias dejándonos secos. Nunca fuimos grandes fans de los Doors, por lo que esto nos cabreaba. Por respeto, nunca dijimos nada, pero siempre nos preguntamos: si Ray es un colega de este tipo, ¿cómo debía ser de cabrón Jim Morrison?.



(…) Fui a una fiesta del productor Roy Thomas Baker. Todos nos hicimos unas rayas encima de su piano de cristal, después nos desnudamos y fuimos al jacuzzi. Seríamos unos quince apilados allí, incluido Tommy (Lee, batería). Él finalmente había roto con Bullwinkle y salía con una pseudo modelo de Florida llamada Honey. De repente, Tommy tuvo una enorme erección, se volvió hacia Honey y le ordenó: “Ahora mismo, guarra, chúpame la polla.” Ella se dobló y comenzó a chupársela delante de todo el mundo. Cuando ella acabó, él le hizo comenzar de nuevo. Ella volvió al trabajo, pero esta vez estaba siendo demasiado lento para Tommy y empezó a cabrearse. Comenzó a recriminarle que no estaba haciendo bien su trabajo, diciéndole que qué coño estaba haciendo. Eventualmente, ella hizo bien, considerando que se lo tragó todo para no contaminar la piscina con los niños no nacidos de Tommy. Cinco minutos después, Tommy la puso a trabajar otra vez.



Creo que un montón de amigos de RTB comenzaron a respetar a Tommy esa noche: no sólo la tenía como un rascacielos, no sólo tenía orgasmos interminables, sino que cuando había acabado, compartía. Él se fijó en el montón de tíos alrededor del jacuzzi en estado de shock y sorprendidos, y ordenó a Honey que se los trabajase a todos. Fue muy duro quitar esa imagen de mi mente cuando pocos meses más tarde me senté con la feliz pareja en la mesa y con los padres de Tommy en West Covina. Ella no me parecía el tipo de chica a la que te gustaría llevarte a casa de tus padres, salvo que hubieras sido criado en el Bunny Ranche.




Pasé de la oferta de Tommy, no por respeto hacia él, sino porque estaba demasiado jodido como para empalmar. De hecho, decidí que quería abandonar la fiesta. Estaba muy drogado, confundido, y quería ver a Lita. El problema era que RTB tenía las puertas cerradas y bloqueadas para que nadie pudiera irse demasiado jodido como para conducir. Para empeorar las cosas, no tenía ni idea de donde había dejado mi ropa.



Corrí hacia los muros y los escalé completamente desnudo. Mientras pasaba hacia el otro lado me percaté de que las piedras habían rasgado mi pecho y mis piernas, que estaban sangrando. Fuera, dos chicas que no habían podido entrar en la fiesta esperaban en un Mustang del 68. “Nikki!”, gritaron. Afortunadamente, siempre dejaba las llaves en el coche por aquel entonces (todavía lo hago). Entonces me introduje en mi Porsche y conduje colinas hacia abajo. El Mustang derrapó y comenzó a perseguirme. Aceleré hasta noventa y me giré para ver si las había perdido de vista, y, mientras lo hacía, choqué con una cabina de teléfonos. Quedó empotrada en el asiento del acompañante. Si alguien hubiera estado sentado allí habría quedado aplastado. Salí del coche completamente impresionado, y allí estaba lo que había sido mi verdadero amor. Completamente destrozado. Las chicas que me habían estado siguiendo, probablemente más asustadas que yo. Estaba solo, desnudo, ensangrentado y dopado. Traté de levantar mi brazo para maldecir, pero un tremendo dolor recorrió mi codo hasta mi hombro. Caminé hacia Coldwater Canyon, donde una anciana pareja me recogió sin decir una palabra acerca del hecho de que estaba totalmente desnudo, y me llevaron hasta un hospital. Los doctores pusieron mi hombro en cabestrillo (estaba dislocado) y me enviaron a casa con un bote de píldoras para el dolor. Pasé los tres días siguientes semi-inconsciente, volado por los sedantes.”




Bien, eso es todo, amigos. Creo que es suficiente por esta vez. Tarde o temprano volveré con nuevas andanzas de estos salvajes para amenizar vuestro espacio ocioso, mientras tanto, no lo olvidéis: “Mötley Crüe fans are the best…and fuck the rest”.